Paseo por la quebrada del diablo (Tacna)
Tendría asumo unos 6 a 7 años, ya me encontraba por Tacna Ciudad Indomita, heroica del Sur Peruano, me trajeron a fuerza sin mi voluntad a vivir con mi padre, ya que hasta ese momento no conocía mas padres que mis abuelos y mas hermanos que mis tíos.
Sería tanta mi añoranza, que trataba de regresar al regazo de mis abuelos, sin tener mas que un leve recuerdo del camino por el cual llegamos; me dirigí a la empresa para regresar a Cairani siguiendo la ruta del bus que nos trajo, desconociendo la distancia y teniendo por referencia un rio, me marché.
Salí de casa muy temprano y me enrrumbé por el camino de la salida a Tarata, ubicada al noreste del a ciudad, caminé no se cuanto tiempo, ya pasado el medio día, y entrando la tarde; al no encontrar mas que una pampa y una carretera que nunca termina, me propuse volver a fin de descansar para posteriormente emprender la marcha, según yo; al regresar por mis pasos andados, me encontró bien entrada la noche, cerca del lugar en donde se vierte los desechos de la ciudad, era noche clara se veía muy bien, cerca del lugar se me presenta un señor muy alto de apariencia muy elegante de traje negro, capa negra de aplicaciones color rojo, junto con su mascota un perro esplendido. Me invita y me ofrece su ayuda; con miedo, solo atiné a correr sin parar hasta llegar a una casucha rodeada de fardos de papel periódico y perros amarrados, atinando a refugiarme entre los montones de periódico por instinto más que por lógica. A causa del bullicio de los perros, poco tiempo después salio un señor de edad de la casucha haciendo aun lado los perros, me pregunto que es lo que hacia yo por aquel lugar; le conté que solo quería regresar al pueblo junto a mis abuelos y por tal motivo procedí a tomar dicho camino ya que solo recordaba haber entrado por ese sitio, y los acontecimientos que me había sucedió en este lapso de tiempo, a lo que el señor me dijo que era el diablo y que por ello se conocía a dicho lugar como la quebrada del diablo.
El señór me brindó cobijo en su casucha, Al amanecer me sirvió en un jarro con leche y posteriormente me embarco en uno de los camiones recogedores de desperdicios, sin antes aconsejarme que crea en Dios, La Virgen María y su hijo Jesús; a fin de mantener a salvo mi espíritu.
Tiempo después en compañía de la familia de mi padre y mis hermanos menores, vivíamos en una casa ubicada al costado del Ex Cine Perú, por La Urb. La Victoria. Muchas veces por cuestiones sociales y laborales nuestros padres tenían que ausentarse quedando en la casa solo su servidor y dos pequeños niños, tendría yo 12 años, y mis hermanos menores 6 y 2 años aproximadamente, se presentaba esporádicamente en el patio un ave de color negro, y en el techo un hombre con capa de color negro y rojo, siempre a su lado un perro, esto sucedía esporádicamente, luego cuando nos mudamos a la casa de la Av. Pinto, sucedía lo mismo, contaban los vecinos en dicha casa en el segundo piso había ocasiones en las que se departía una fiesta, y al preguntar a los que vivían en la casa; diciéndoles que por que no les invitan a la fiesta estos respondían que no se a llevado acabo ninguna.
Salí de casa muy temprano y me enrrumbé por el camino de la salida a Tarata, ubicada al noreste del a ciudad, caminé no se cuanto tiempo, ya pasado el medio día, y entrando la tarde; al no encontrar mas que una pampa y una carretera que nunca termina, me propuse volver a fin de descansar para posteriormente emprender la marcha, según yo; al regresar por mis pasos andados, me encontró bien entrada la noche, cerca del lugar en donde se vierte los desechos de la ciudad, era noche clara se veía muy bien, cerca del lugar se me presenta un señor muy alto de apariencia muy elegante de traje negro, capa negra de aplicaciones color rojo, junto con su mascota un perro esplendido. Me invita y me ofrece su ayuda; con miedo, solo atiné a correr sin parar hasta llegar a una casucha rodeada de fardos de papel periódico y perros amarrados, atinando a refugiarme entre los montones de periódico por instinto más que por lógica. A causa del bullicio de los perros, poco tiempo después salio un señor de edad de la casucha haciendo aun lado los perros, me pregunto que es lo que hacia yo por aquel lugar; le conté que solo quería regresar al pueblo junto a mis abuelos y por tal motivo procedí a tomar dicho camino ya que solo recordaba haber entrado por ese sitio, y los acontecimientos que me había sucedió en este lapso de tiempo, a lo que el señor me dijo que era el diablo y que por ello se conocía a dicho lugar como la quebrada del diablo.
El señór me brindó cobijo en su casucha, Al amanecer me sirvió en un jarro con leche y posteriormente me embarco en uno de los camiones recogedores de desperdicios, sin antes aconsejarme que crea en Dios, La Virgen María y su hijo Jesús; a fin de mantener a salvo mi espíritu.
Tiempo después en compañía de la familia de mi padre y mis hermanos menores, vivíamos en una casa ubicada al costado del Ex Cine Perú, por La Urb. La Victoria. Muchas veces por cuestiones sociales y laborales nuestros padres tenían que ausentarse quedando en la casa solo su servidor y dos pequeños niños, tendría yo 12 años, y mis hermanos menores 6 y 2 años aproximadamente, se presentaba esporádicamente en el patio un ave de color negro, y en el techo un hombre con capa de color negro y rojo, siempre a su lado un perro, esto sucedía esporádicamente, luego cuando nos mudamos a la casa de la Av. Pinto, sucedía lo mismo, contaban los vecinos en dicha casa en el segundo piso había ocasiones en las que se departía una fiesta, y al preguntar a los que vivían en la casa; diciéndoles que por que no les invitan a la fiesta estos respondían que no se a llevado acabo ninguna.
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